sábado, 7 de abril de 2007

SERPIENTE

Para que los niños vivan la serpiente tiene que morir. O por lo menos así me lo hice entender. Al final ni siquiera era una serpiente, simplemente una culebra en el lugar equivocado (y qué tan equivocado lugar puede ser una escuela a veces), y recuerdo al hombre que la tenia aprisionada con la pala, no queriendo adjudicarse la responsabilidad, y con decenas de chicos curiosos (y descaradamente temerarios) detrás de él observando la furia del animal acorralado. “Habrá que matarla” dirigiéndome su mirada. “Soy medico rural, se espera que haga de todo”, me dije. Y lo hice, con el filo de la pala varias veces contra su cuello, tratando de que fuera lo más rápido, y esperando no haber fracasado en ello cuando aun la veía moverse.
Al final, depositaron el animal inerte en un frasco con agua, y todos los niños hacían círculo alrededor mientras la transportaban. Yo les di la espalda y de nuevo mirè al vacío, a mi mismo.

2 comentarios:

Boris dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Cata dijo...

La gente piensa que uds los medicos tienen que saberlo todo, poderlo todo, creerlo todo...